lunes, 14 de octubre de 2013

Sin puerta ni ventanas

Y se marchitó, como la flor que se descuida.

Se me cayó el mundo al suelo cuando desperté aquella mañana y comprendí que no quedaba nada.
De todo a nada. Así, sin más.

De respirar casi el mismo aire por necesidad a asfixiarnos cada uno en un extremo.
Nos sobrábamos el uno al otro.
Recuerdo cuando soñábamos con vivir solos, en una habitación.
Nosotros, un colchón y poco más.

Esa habitación cada vez se nos hacía más pequeña y cada vez estaba más llena de miedos.
Entramos en esa habitación de la mano, nunca volvimos.

Se perdió la puerta, nos perdimos nosotros, se perdieron las ganas.

Creo que por dentro soy como la habitación que soñábamos, sin puerta, ni ventanas. Lleno de miedos y huelo a cerrado.
 Y la verdad, no es agradable ver que eres una habitación en la que nadie puede volver a entrar.


No hay comentarios:

Publicar un comentario